A veces en la vida nos olvidamos de vivir, de compartir. Tenemos mucho trabajo que hacer, muchas cosas que atender y dejamos a un lado lo que verdaderamente importa: tu familia, tu pareja y tus amigos. Aquellos que siempre están ahí a una llamada telefónica, con aquellos que siempre que hablas es como si todo siguiera igual, nada cambia. Pero llega un día y dejas de escribir historia con esa persona, dejas de compartir buenos momentos por pequeños que sean. El libro que teníais se ha quedado en blanco y te das cuenta de que tú solo no puedes escribir porque necesitas a la otra persona. Eso te entristece porque después llegan los días en los que no rememoráis nada más que los momentos que fueron pero que ya no están, habláis de lo superfluo pero no profundizáis, queréis quedar pero no hay tiempo. Os queréis, eso si es cierto, pero ya no tenéis una vida conjunta, vivís vidas separadas unidas por un teléfono. Ya no os enriquecéis uno del otro como lo hacíais antes, es un vaso… que se ha quedado medio lleno.