Y te preguntas:
¿Qué vida tiene el pájaro
si le cortan las alas?
¿Qué vida tiene el pez
si le quitan sus branquias?
A lo que yo le respondo:
Caí, y soy la mitad de la nada
caí, pero aún me queda mi alma.
Ausentes se encuentran mis piernas
soñando volver andar sobre la tierra mojada
corriendo entre las piedras,
sintiendo sus caricias en mi cama.
Pero aún me quedan mis ganas:
de bailar y correr hasta que el sol se esconda
de llevarla acurrucada entre mis brazos
y sentirme embriagado por su aroma.
Y no siento pena
porque lo hago, pero de otra forma.