Ha llovido desde entonces…
cuando me cogiste de la mano
y me juraste estar ahí por siempre.
Juntos, tranquilos, sin miedo,
sonriendo,
tumbados en el césped.
Quince primaveras
fuimos amigos y confidentes.
Pero llevo sin saber de ti
pasado los veinte.
¿te habrá ido bien o te habrá ido mal?
Sea como fuere, necesito verte.
Aún recuerdo como te separaron de mí
te apartaron de mis manos
porque yo era inmigrante.
Y esos malnacidos,
por dejar que me quedase,
le dieron un tiro a tu padre.
No sé porque te escribo esta estúpida carta
seguramente no te llegue,
pero tengo la ridícula esperanza
de poder volver a verte.
Seguramente estés felizmente casada,
con algún niño en tu vientre
o ejerciendo de maestra
te imagino… y sonrío orgullosamente.
Señor, espero que lo recibas
porque vuelvo a casa en Septiembre.
Si quieres quedamos a las once
en el lugar en el que tu y yo,
compartíamos el alma… y la mente.
Continuará…
Que bonito, no pierdas las esperanzas, quizás Rocío pronto las lea, pasa un lindo día. Desde el corazón ♥Lizet♥
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Hay amores truncados que se recuerdan toda la vida, como éste de la historia que cuentas.
Un abrazo.
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