Paseando en el supermercado
entro al pasillo del castigo
cierro un ojo, el otro lo guiño
pues no quiero ver como el chocolate
se me insinúa para ver si lo pillo.
Orgullosa por haber ganado la batalla
me choco con un niño,
¡Qué mono dije yo!
Hasta que abrió la boca el chiquillo.
¿Me deja paso señora?
¡¡¡¿¿¿SEÑORAA???!!!¡¡¡¿¿¿SEÑORAA???!!!
¿En qué momento de mi vida
pasé de ser un lirio
a ser una rosa arrugada y sin brillo?
¿Qué edad te crees que tengo chico?
No sé, ¿Unos cincuenta?
Madre del amor hermoso
casi me da un parraque.
Así que todo digna me dí la vuelta
volviendo al maldito pasillo
miré al chocolate y le dije
"quiero un grano tuyo"
a ver si así parezco como el chiquillo,
rejuvenezco al menos un poquillo.
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Pues mira que a mí me suena mucho esa situación. ..si… Un buen día, que ya ni recuerdo, me doy cuenta que me hablan de usted y me llaman señora¡… ¡y es que la juventud es tan arrogante! Arrogante el que me llama de usted , sin importarle si me da una puñalada; arrogante, también, por mi parte, ¡que no admito la evidencia!… pero has hecho bien en clamar … la pataleta es lo que nos queda , falta ría más¡¡
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jajajajajajajja siiii, lo que nos pasa muchas veces es que tenemos espíritu joven pero el chasis…es el chasis jajajajaja y vamos haciendonos mayores. Los niños muchas veces actúan sin más y probablemente con educación en muchos casos. Pero si jejjejeje siempre nos quedará quejarnos. Muchas gracias por pasarte a comentar y a compartir tus vivencias con nosotros, un abrazo grande Carmen
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